¿Para qué? o la motivación para el estudio.

De los factores que más determinan la situación académica y educativa de una persona, es la motivación.
El hecho de saber "para qué estoy estudiando" nos puede mover en diferentes direcciones. Lamentablemente, en el caso de muchos niños y jóvenes que viven en situación de violencia, abandono, angustia, etc. es todavía mucho más difícil que para un estudiante común, encontrar una razón por la cual deban continuar con sus estudios.
La motivación es la brújula que permite al estudiante saber hacia dónde se dirige y, de esa manera, saber identificar los pasos a seguir. Pero estos chicos en desventaja por su situación familiar y de marginación por alguna circunstancia, difícilmente encontrarán una motivación a no ser que ésta sea, precisamente, escapar de dicha situación, en cuyo caso, el estudio se puede volver solamente una fuga momentánea.
Porque no es fácil aprender cuando tenemos la mente en otra parte, como cuando tratamos de curar heridas. Es entonces que interviene el profesionalismo del docente: entre otras labores, deberá saber reconocer a un estudiante en desventaja y además, deberá reconocer los recursos  que le hagan posible despertar interés en el alumno.
También es necesario que el maestro le dé continuidad al proceso del alumno, pues de esa manera se le ayuda a éste a recordar "donde está el norte", así como a verificar su avance.
La tarea del docente es compleja, laboriosa y quizá, muchas veces, mal remunerada, pero es una de las tareas más importantes en una sociedad, pues dependiendo de la forma en que el docente acompañe al alumno en su camino de aprendizaje, será que éste  sepa encontrar su camino y su meta.
El "para qué" nos deberá recordar siempre que la vida es más un proceso que una meta, pero que si ya tenemos bien planteada la mesta, ese proceso será más gratificante.